REPORTAJE A FIDEL NADAL

Del barro a la playa, Fidel Nadal se reconstruye a sí mismo y le pone sonido internacional al reggae argentino. Historia de un guerrero del corazón.


Corría 1991 y Roberto Pettinato intentaba con "Rebelde sin pausa" dar su tercer paso en televisión, luego de los fallidos proyectos "De la cabeza" y "Estación musical"; este último, una kermés que marcó un hito en un programa de la tevé pública y estatal: emitir por primera vez un video en vivo de Peter Hammill en horario central. Además de clips de dudosa procedencia y del natural histrionismo de su conductor, "RSP" presentaba bandas en vivo, y no necesariamente eran figuras de un rock nacional que se encontraba lejos de sponsors y aún se animaba a mostrar los dientes. En cuero, el morocho, todo transpirado por las luces, con sus rastas en expansión y un sugerente short color crema, un Fidel post adolescente se paraba ante las cámaras como frontman de Todos Tus Muertos: "Esta canción se la quiero dedicar a mi novia". Y lo que vino a continuación fue una de las versiones más barderas y memorables de "El chupadero" que se recuerden en la televisión abierta.
"No puede ser que te acuerdes de ese momento –dice Fidel Nadal hoy–. Eso que parecía una calcita en realidad era un short de mi viejo, que me lo puse para tocar ese día y que todavía guardo, pero no puede ser que alguien se acuerde de eso", insiste excitado. Todos Tus Muertos venía de lanzar Nena de Hiroshima, su segundo álbum, y el cantante se movía como pez en aguas turbulentas. Epoca en que chicas y chicos desbordaban Cemento los fines de semana y en que presenciar un show de TTM era como aceptar que te gusta que te escupan en la cara. Humedad, sopor, ruido, porro, alguna que otra piña y una sensación efervescente de libertad y adrenalina que sólo se encontraba en el boliche de la calle Estados Unidos.


"En los 80 pasaba otra cosa. Las letras eran más de protesta, por lo menos a mí me gustaban más, porque eran más combativas, todo era más combativo. Ahora parece que gustan más las letras pasatistas, más suaves. Pensá que cada vez conocemos menos palabras, el significado de menos palabras. Eso es muy loco, porque se nos presenta en este tiempo moderno la involución del idioma, y a la vez se inventan nuevas palabras, que son de las tribus y que cambian de sentido de acuerdo con los barrios que vas pasando. Una palabra en un barrio te puede salvar y en otro hacer que te maten. Antes no era así", sentencia Fidel.


El termómetro en Buenos Aires no baja de los treinta grados y el tránsito en Buenos Aires, vaya uno a saber por qué razón, colapsa en las tardes de calor así como en las de lluvia. En una oficina del sello PopArt, a metros de la calle Juan B. Justo, en Palermo, Nadal se prepara un té y ofrece cerveza. Tiene un pack de latas en una vieja heladera pero advierte que ya no toma alcohol. "Con un tecito estoy bien, pero tomate tranquilo las que quieras, sos mi invitado", me suelta y se desliza por el departamento con la languidez de alguien que se acaba de levantar de la siesta. Afuera se escuchan bocinazos, un tren que berrea cada tanto y las hojas de los árboles parecen disecadas. Sobre una especie de tablero de diseño transformado oportunamente en mesa funcional, Fidel apoya su taza y se sienta de espaldas a un gran ventanal que devuelve la belleza urbana de las vías que se pierden a lo lejos. Está contento y de muy buen humor. "Che, bajá un poquito el volumen porque no se va a escuchar nada", le dice a su manager mientras comienza a sonar International Love, el disco número quince desde que se hizo solista a comienzos de esta década.

"La verdad es que me cuesta mucho manejar la ansiedad. Este disco llevó un montón de tiempo, un año, y la grabación sola nos tomó seis meses; pero pude manejar la ansiedad, al menos teniendo en cuenta que no soy una persona que se tome un año para hacer un disco. A mí me gustaría hacerlo en una semana y listo, pero eso también tiene sus pros y sus contras, como la tardanza, algo que parece no terminar más. Vos querés que el disco esté listo y no está listo nunca, y ahí te empezás a enloquecer. Pero también tiene su lado positivo: trabajar cada cosa, tomarte tu tiempo… me encanta estar en el estudio."

Si uno debiera trazar una línea de puntos para entender la actualidad musical de Fidel, habría que irse hasta 2005 y comenzar el juego en Trabajo de hormiga, luego continuar con Emocionado de 2007 y finalmente cerrar el cuadro en International Love. Producciones que respetan el mismo guión argumental: rimas infalibles, texturas multicolores, una cuidada producción y, sobre todas las cosas, el Fidel más lúcido y calmo de la última década. Sin perder la voracidad para tomar cosas de la vida, pero haciendo su faena desde un lugar más seguro y fértil, con la habilidad suficiente para parir un álbum que habla de "amor", sin la necesidad de mencionar esa palabra (al menos no en castellano) en ninguna de las once canciones que forman International Love.

"Yo creo que la música y el arte tienen amor, y las letras hablan de todo. Hay letras sociales como «Noticia noticia» o «No se apaga la llama», o historias de vida como «Luz y compañía», o historias de amor como «International Love» o «We Are Together». Por ejemplo «Dale calidad» pinta un cuadro social, como dicen hoy; está «Bum bum», que es más fiestera, o «No aceleres el tiempo», que habla del contacto con la naturaleza. Creo que esta vez no hice un disco quemador de cabezas", suelta con una carcajada.

¿Cambiaron las cosas sobre las que hablabas cuando empezaste a escribir?


Sí, cambiaron. Aunque creo que en un aspecto todo se mantiene igual y en otro va cambiando; hasta mi manera de cantar va cambiando. Yo escucho mi voz en los discos de 1988 y es otra, soy otro tipo, y claro, también ese tipo soy yo. Gran parte de las letras viene de cosas que puedo ver o vivir, y no necesariamente tienen que ser un relato de algo que me suceda. Yo voy mezclando los sonidos hasta que aparece la canción, porque no es algo que uno planee, por eso digo "voy mezclando". No escribo nunca de la misma forma, sólo voy tomando lo que puedo, por eso no escribo relatos de mi vida.

¿Qué disco querías hacer?

Lo que quise hacer fue la parte 2 de Emocionado, una continuación, con el desafío de ser un poquito mejor en algún aspecto. Porque si yo hacía un disco igual a Emocionado, iba a ser peor. Por eso pensé que tenía que ser un poquito mejor. Y de ahí en más empezó el partido y… vos me entendés, ese concepto se olvidó en el camino, porque en un momento tenés que sacar las cosas adelante y echás mano a cualquier recurso.

La serenidad de Fidel no es solamente producto de los años sino del cruce de diversas variables: su alejamiento de TTM, la incertidumbre fortalecedora del camino en soledad, sus constantes viajes al exterior, su colaboración con otros músicos, el cambio de sello discográfico; todas esas cosas lo hicieron un hombre más fuerte y, también, en sus propias palabras, lo bajaron "a la realidad". Dejó de moverse solo y empezó a armar un plan de trabajo en equipo luego de perder la fe en los proyectos colectivos y sentir el amargo sabor que supuso el final de su primer sueño musical junto a Gamexane y compañía. Nadal marca un punto de inflexión en Trabajo de hormiga; relectura de la reencarnación de un viejo gurú de espíritu punk que hoy asegura comprender la importancia del trabajo en grupo que desestimó cuando se lanzó como solista. "En ese momento yo no estaba preparado para trabajar con otras personas. Quería hacer las cosas a mi manera y venía de un grupo con el cual me juntaba para tomar decisiones sobre cada cosa, durante catorce años. Y cuando se terminó, si me venías a hablar de cualquier cosa, te pegaba un sopapo. Fácil y sencillo. No me importaba lo que otra persona me dijera o aconsejara. Yo quería ir para adelante solo con mis cosas, hacerlas a mi manera, y no quería hacerlo en equipo. Te estoy hablando de 2000, más o menos. En ese tiempo no hubiera podido funcionar en equipo, pero pasaron ocho años y en el medio hice muchos discos, me di todos los gustos, hice lo que quise y me salieron cosas bien y cosas mal. Pero no me importó, porque tuve tiempo para desquitarme. Entonces pude parar la pelota y hoy acepto que vos vengas y me digas: «Mirá, en esta canción quiero esto» o «en la tapa de este disco me gustaría que el color sea éste».


En el 2000, vos me decías así y te mandaba a la mierda. Era imposible, porque venía de catorce años de reuniones para decidir boludeces como «yo quiero rojo» o «yo quiero amarillo» o «yo quiero verde». ¡Basta! Estaba cansado. Juntarme con alguien para que me venga a proponer cosas: no". Para definir aquel momento, Fidel echa mano a una comparación futbolera: "Me sirvió para jugar en varios niveles de la cancha y conocer un poquito de otros puestos. Si yo como cantante era el 9, no sabía cómo era defender una pelota ni cómo era el oficio de carrilero. Lo mío era estar ahí arriba, esperando la pelota para patear al arco y hacer el gol. Entonces fui y me puse de arquero. Y fue como: «Ah, era grande el arco, eh…». Yo antes decía: «

¿Por qué no la atajaste?».

Y, porque era grande el arco. No te digo que me convertí en un profesional para todos los puestos, pero entendí lo que era grabar un disco, producirlo, ir a la fábrica, a la imprenta, conseguir un show. Eso me dio un panorama interesante como para decir: «Bueno, si no tengo un equipo que haga las cosas, yo solo no puedo hacer nada porque soy un inútil». Y no me dejes solo porque no sirvo para nada. Me tenés que subir a los hombros y empezar a aplaudir porque estoy perdido [carcajea de nuevo]. Ahora tengo una pequeña idea acerca de cómo funciona todo."

Fidel se coloca a la cabeza de los artistas nacionales de reggae de mayor proyección y, aunque le cueste aceptarlo, es un referente obligado de la escena tricolor en nuestro país. Independientemente de que, por su música y su rol de provocador nato, su obra trascienda las fronteras del reggae y llegue hasta las orillas del rock. Porque Fidel es rock. Uno de los sobrevivientes curtidos en el under tóxico de Buenos Aires a finales de los 80, cuando el reggae sólo venía en pastillitas gracias a Sumo y, en menor medida, a Los Abuelos de la Nada. Bob Marley aún era un mito por explorar para muchos jóvenes que se cocinaban en la escena porteña del Stud Free Pub, Einstein, Zero o Gracias Nena. Y Fidel siempre estuvo ahí. Saltando como poseído entre telarañas en Cemento, sugiriendo su bulto en la televisión pública, girando con Mano Negra o simplemente siendo políticamente incorrecto. Un rasgo inherente a su personalidad.
"Ya hace muchos años que estoy en esto y hasta te podría decir que International Love tiene cosas de reggae lover, pero cuando te lo lleves y lo escuches en tu casa te vas a llevar un chasco", apunta remarcando su filiación rockera. "Vos fijate que, según como titulan las cosas en Argentina, el reggae está dentro del rock, pero no dentro de la música tropical. Si vos hablás de música tropical, ya sabés que no estás hablando de reggae. Pero si vos hablás de rock, el reggae puede entrar, al menos acá. La verdad es que no sé si hoy podría hacer un disco de rock, porque no tengo nada planeado en ese aspecto, pero no te digo que no pueda suceder. Eso es lo más lindo de la música y del arte: tener la libertad de hacer lo que quieras." ¿Te acostumbraste a la palabra "solista"? La verdad es que no me veía solista ni me lo imaginaba. Quizá sí lo quería, pero en realidad nunca lo pensé seriamente. Y cuando llegó el momento me tuve que ir poniendo las pilas y decir: "Sí, lo que quiero es esto". No voy a negar que en Argentina soy uno de los pocos tipos del reggae que va para adelante, eso está claro. En estos años tuve la oportunidad de practicar, de entrenar; cuando tengo mi equipo, con mi equipo, y cuando voy solo me llevo la música en CD o junto músicos en el camino. Y eso es algo que no todo artista puede hacer. Te aviso que hay músicos que si no están con sus quince acompañantes no se paran en ningún lado. Y si se paran… mejor no se hubieran parado. Entonces me propuse eso, pero no para competir, porque no soy el número 1 de nada, sino porque no tuve la oportunidad de hacerlo de otro modo. Me gusta formar parte del movimiento reggae de Argentina.


¿El reggae nacional está pasando su mejor momento?


Sí, por lo menos hay un crecimiento importante del movimiento en Argentina. Sabemos que el reggae es muy grande mundialmente, pero acá, donde quizás estaba un poco más relegado, crece. Y salta a la vista cuando se hacen festivales y las fechas de reggae se llenan, y crecen artistas como Dread Mar-I o salen todos los días nuevos grupos que ya están ensayando a lo loco en cualquier barrio. Eso habla de un crecimiento que todavía no llegó a su techo.

¿Seguís pensando que el arte no tiene valor y sí tiene precio?


Sí, ésa es una gran verdad. Hoy por hoy es así, a full, porque todo cambió. No estamos en los 70 o los 80, olvidate. Al menos desde mi punto de vista, el arte ha perdido el valor, y yo creo que lo ha perdido por una cuestión cultural. La sociedad fue dejando de lado los valores culturales y se fue tirando más hacia la tecnología, en la que intervienen siempre cuestiones económicas. Creo que se perdió el interés por el arte, y eso le ha hecho perder el valor al arte. Una lástima.

Fidel ya termino el te, afuera el calor no afloja e International Love comienza su segunda vuelta desde un equipo de música escondido en uno de los cuartos de la oficina. Atesora la taza y mueve suavemente las manos cuando quiere remarcar un concepto. Luce como un tótem jamaiquino, sereno y en estado de gracia. Sólo levanta la voz cuando la idea que masculla lo motiva y se dispara hacia adelante en un movimiento de vaivén pendular. Asegura sentirse atraído por el estudio de grabación, un lugar que le permite liberar su costado más lúdico, hasta que se detiene en la actuación. El cubil desnudo donde el artista se juega la vida y la celebra, con la íntima sensación de saber que siempre puede ser el último show. Por primera vez en toda la entrevista, sus ojos de niño inquieto se encienden como pequeños fuegos. "En un show, la gente quiere algo más, porque el disco lo tiene en la casa. No es lo mismo mandar un mail o una carta que llegar en persona. La gente quiere que transpires la camiseta y que pongas lo mejor de vos. No es: «Hola, vine, hice lo que tenía que hacer, me voy». La gente espera que dejes entrever algo más de vos, que te caigas del personaje, que muestres algo más humano. Pero también quiere que las cosas salgan bien, que todo suene bien. No te digo que el público sea un músico más, pero… sí. Porque si están como en el cine, en silencio, sentados y sin hacer mucho ruido, a mí me tira para abajo. Pero si la gente está al mango, cantando y saltando, aunque estés mudo, cantás igual."


¿Cuándo escribís una canción pensás si le va a gustar o no a tu público?

Y... con el tiempo te volvés muy mañoso. Desplegás todas tus fórmulas, que después no te sirven de nada, pero las hacés. Empezás con "claro, ahora hacemos esto y ya sabemos qué va a decir tal persona o que va a decir tal otra". Pero cuando te perdiste en eso, cagaste. Vos tenés que hacer tu música y punto, porque si te ponés a planificar mucho puede que te resulte, pero no es lo mío. Sí pienso qué es lo que a la gente le puede llegar a gustar y qué cosas no va a entender. Cuando hice "International Love", que fue el primer tema que compuse para el disco, me dije: "Ya está". Después, cuando ya tenía ocho canciones, pensé: "Este disco no va a tener un tema mejor", porque sabía que ese tema era especial y que iba a ser el corte. Y no es que los otros temas los haya hecho sin ganas, sino que ése brilla.

¿Sabés que no le iba a poner International Love al disco?

Pero alguien me lo dijo y pensé que todo el mundo lo iba a entender. Tenía otro título, que era No se apaga la llama… vos me entendés. Son muchos años remando en el barro. Era un forma de decir "acá todavía hay fuego, hay llama". Pero cuando me dijeron International Love pensé que la gente se iba a identificar más.

¿Y si se apaga la llama?

Y… cuando se apaga, se apaga. Chau.

Por Daniel Jimenez ( Revista Rolling Stones )

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