Esa capacidad para divertirse y experimentar ?
poder saltar sin límites de un clásico como "Mi novia se cayó en un pozo ciego" a un cover de culto de los Dead Kennedys? es lo que genera esa comunión especial con el público, que en estos años se multiplicó como la soja y terminó generando una convocatoria impensada para la banda seis años atrás, cuando decidieron separarse. Las 66.000 almas que llenaron River se estremecieron cuando las luces se apagaron y los reflejos azules de los celulares centelleaban por miles en todo el estadio de River. Primero la música de James Bond (una estética que los acompañaría a lo largo del show en las imágenes en blanco y negro de las pantallas) y después el ataque de los metales dispararon el inicio de la fiesta del reencuentro.
El grupo eligió un repertorio sanguíneo y "estribillero", que mantuvo la atención y el calor del público a punto caramelo toda la noche. Mucha intensidad sonora en el arranque con "Manuel Santillán, el León", "Carmela" rumbeada a lo Clash; "Estoy harto de verte con otros", ska ciento por ciento, y la canción himno "Genio del dub", que resiste el paso del tiempo. Vicentico capitaneó la nave con madurez de crooner y adolescencia punkie. Se burló de Madonna en el cover "Wake Up and Make Love With Me", de Ian Dury, cuando intentó saltar una soga como la diva pop y saludó al público con un "¡Hola Aryentina!" afectado, como si fuera un extranjero. Bajaron el ritmo con el reggae "Muy, muy temprano", pasearon leves por el rock steady "El aguijón" y sonaron furiosos en el hardcore "Paquito".
En vivo, la banda muestra esa misma versatilidad alterlatina de sus temas. Pueden jugar con la desprolijidad rocker, con Flavio, en el bajo, y Rotman, en arenga y saxo; pasar a la precisión de una big band de raíz reggae o caribeña, cuando intervienen en los vientos Hugo Lobo (Dancing Mood) y Daniel Lozano; recurrir a la sonoridad funkie de los setenta en las teclas de Mario Siperman, o saltar al afiebrado pulso bailable de la percusión, con Ricciardi en batería como combustible necesario del grupo.
La química del crossover del LFC alcanza el punto justo cuando Vicentico invita a subir a escena al "príncipe de la cumbia", Pablo Lescano. El sonido psicodélico y lisérgico de su teclado aportan el groove villero a la versión cumbiera de "Padre nuestro", uno de los puntos festivos más altos de la noche. Arriba los músicos saltando y rebotando sobre el escenario. Abajo se mezclaba el pogo, "las palmas arribas" y hasta algún trencito.
Con la trilogía para fans de "Saco azul" (de aire british), "Siguiendo la luna" (el más coreado de la noche) y "Los condenaditos" (murga ralentada y oscura) se internaron en el homenaje a Toto Roblat. Fue el comienzo del fin con un rosario de hits: "Demasiada presión", "V Centenario", "Calaveras y diablitos", "Gallo rojo" y el set bailable de "Gitana", "Carnaval toda la vida", "Mal bicho" (en el que Vicentico intenta hacer callar a la multitud e invita a orar antes de lanzar: "A la guerra, a la injusticia y a tu codicia, ¡digo no, digo no, digo no, digo no, digo no!") y el "Satánico Dr. Cadillac", que encendió el éxtasis en todo el estadio.
El grupo eligió un repertorio sanguíneo y "estribillero", que mantuvo la atención y el calor del público a punto caramelo toda la noche. Mucha intensidad sonora en el arranque con "Manuel Santillán, el León", "Carmela" rumbeada a lo Clash; "Estoy harto de verte con otros", ska ciento por ciento, y la canción himno "Genio del dub", que resiste el paso del tiempo. Vicentico capitaneó la nave con madurez de crooner y adolescencia punkie. Se burló de Madonna en el cover "Wake Up and Make Love With Me", de Ian Dury, cuando intentó saltar una soga como la diva pop y saludó al público con un "¡Hola Aryentina!" afectado, como si fuera un extranjero. Bajaron el ritmo con el reggae "Muy, muy temprano", pasearon leves por el rock steady "El aguijón" y sonaron furiosos en el hardcore "Paquito".
En vivo, la banda muestra esa misma versatilidad alterlatina de sus temas. Pueden jugar con la desprolijidad rocker, con Flavio, en el bajo, y Rotman, en arenga y saxo; pasar a la precisión de una big band de raíz reggae o caribeña, cuando intervienen en los vientos Hugo Lobo (Dancing Mood) y Daniel Lozano; recurrir a la sonoridad funkie de los setenta en las teclas de Mario Siperman, o saltar al afiebrado pulso bailable de la percusión, con Ricciardi en batería como combustible necesario del grupo.
La química del crossover del LFC alcanza el punto justo cuando Vicentico invita a subir a escena al "príncipe de la cumbia", Pablo Lescano. El sonido psicodélico y lisérgico de su teclado aportan el groove villero a la versión cumbiera de "Padre nuestro", uno de los puntos festivos más altos de la noche. Arriba los músicos saltando y rebotando sobre el escenario. Abajo se mezclaba el pogo, "las palmas arribas" y hasta algún trencito.
Con la trilogía para fans de "Saco azul" (de aire british), "Siguiendo la luna" (el más coreado de la noche) y "Los condenaditos" (murga ralentada y oscura) se internaron en el homenaje a Toto Roblat. Fue el comienzo del fin con un rosario de hits: "Demasiada presión", "V Centenario", "Calaveras y diablitos", "Gallo rojo" y el set bailable de "Gitana", "Carnaval toda la vida", "Mal bicho" (en el que Vicentico intenta hacer callar a la multitud e invita a orar antes de lanzar: "A la guerra, a la injusticia y a tu codicia, ¡digo no, digo no, digo no, digo no, digo no!") y el "Satánico Dr. Cadillac", que encendió el éxtasis en todo el estadio.
El grupo regaló siete bises ?
Mimí Maura brillo como invitada en "Vasos vacíos", y no se querían ir. Hasta Astor y Florián, hijos de Flavio y Vicentico, respectivamente, subieron a "tocar" en el final con el cover "Guns of Brixton", de los Clash, y "Yo no me sentaría a tu mesa". Todos bailaban. Los seguidores de los ochenta desde Bares y fondas; los que descubrieron que una banda de rock podía cruzar otros géneros y los que transformaron sus canciones radiales en hits generacionales. Todos celebrando el reencuentro con su propia historia.
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